‘Leith, eres una mujer maravillosa, lamento no ser el hombre de tu vida.’
Atormentada y desconcertada por lo que en ese momento le ocurría, se negó aceptarlo. Él le había prometido una vida a su lado.
Quemó aquella carta y se encerró en su habitación. Los amaneceres fueron cayendo y Leith no respondía al llamado de su familia, quienes preocupados tocaban a su puerta.
Finalmente llegó la fecha que ella tanto esperaba, su boda. Leith salió de su habitación vestida de novia. Esa mujer radiante ya no era la misma, ahora era delgada, ojerosa, una moribunda vestida de blanco.
Caminó unos escasos pasos y cayó al suelo, su madre con lágrimas en los ojos corrió a su lado.
Leith pronunció con un último suspiro; 'Lo amo, madre'.
Iliana Cobian
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