Incluso ochenta y cinco años atrás, nadie hubiera imaginado el día en que nací.
Desde los tiempo remotos, siempre se habló de un ''fin del mundo''. Un fin que seguro tardaría años en llegar, que jamás imaginaríamos pudiese suceder.
Décadas atrás, antes de mi nacimiento, la humanidad sufrió el más grande de los castigos que la madre naturaleza pudiera otorgar.
Todo comenzó así...
-¡Madre! ¿Has visto las noticias? - Llegó Max preguntando agitado, como si un fantasma le hubiese hablado.
-No- Contestó Susana.
Susana era una mujer de 63 años, quien poseía una mirada que juraba haber visto todo. Su rostro reflejaba cansancio y tristeza. Su aspecto físico era descuidado, pero debajo de todo eso podía percibirse sus rasgos finos y de profunda belleza.
-¡Todo mundo esta viendo, madre, prende el televisor!- Gritaba Max.
-Ya voy, deja de estar gritando que me pones de nervios.
Susana se levantó de la silla y como pudo camino rápidamente hacia el televisor y lo encendió.
''Hoy es un día que marcará la historia de la humanidad".
Era lo que decía el hombre de traje negro en el televisor.
''La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró oficialmente la extinción del hombre''
Esas últimas palabras retumbaron en toda la habitación.
-¿Qué es lo que acaba de decir ese esperpento?- La voz de Susana sonaba como si un nudo le hubiera cerrado la garganta.
-Madre, todo los canales de televisión están transmitiendo lo mismo. Yo no se que es lo que pasa, todos allá afuera dicen que se trata de una broma ¿Cómo va a ser posible la extinción humana?- Dijo Max.
-Guarda silencio, déjame escuchar bien. ¡No puede ser posible!.
Susana tomó el control remoto y subió el volumen del televisor.
''La Asamblea General de la ONU dio a conocer su decisión a nivel mundial. Hoy 10 de julio del año 2100 todo hombre y toda mujer que procree un hijo, será firmemente castigado con su propia muerte''
Susana apagó de golpe el televisor y por unos minutos el silencio reino la habitación.
Iliana Cobian
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