domingo, 18 de diciembre de 2016
Ella
Era de noche cuando escuché el sonido del grifo abierto. Fue un día pesado, estaba tan cansada que maldije el dejar la llave abierta. -¡Porque justo ahora!- grité molesta. Me levanté de la cama buscando las sandalias sin tener éxito, todo estaba obscuro y el sonido del agua cayendo me desesperaba: -Una gota más y seré la culpable de que el mundo se quede sin agua-
Busqué mi celular para iluminarme, al momento de encenderlo tenía cuatro llamadas perdidas, no quería hablar con nadie, solo ignoré. Iluminé el camino y salí de la habitación. No había hecho el aseo en toda la semana así que mis pies descalzos estaban llenos de tierra, cosa que también lograba desesperarme.
Por fin llegué a la cocina, encendí la luz y cual fue mi sorpresa, el grifo estaba cerrado y el sonido del agua había dejado de escucharse -Ya estoy loca- pensé. Aproveché para tomar un poco de agua, mis labios estaban secos, me serví en un vaso 3/4 de agua helada y 1/4 sin refrigerar, sentí como todo mi cuerpo por dentro se iba refrescando, esa sensación de hidratarse y volver a la vida, en fin, dejé el vaso en la mesa y apagué la luz, caminé a tientas de nuevo. Estaba tan obscuro que me golpeé con la esquina de un mueble: -¡Que idiota!- justo en el dedo meñique. Encendí mi celular y me detuve a acariciar mi dedo, sentía ese pequeño calambre mezclado con dolor que te entume la zona del pie.
-¿Te dolió?- Preguntó una voz con tono dulce y a la vez ronca.
Al escucharla se me pusieron los pelos de punta.
-¿Quién esta ahí?- Pregunté mientras rezaba el padre nuestro a mil por horas.
-Te pregunto si te dolió el golpe.
Casi con un mini infarto encendí apresurada mi celular.
-Quien esté ahí salga de mi casa o llamaré a la policía.
-Tranquila, no te haré daño.
Giré conmigo el celular para alumbrar a mi alrededor, pero no había nadie. Pasaron unos segundos y no volví a escuchar de nuevo la voz.
-Ahora si que estoy bien loca.
Caminé a mi habitación y antes de entrar, algo me hizo mirar el espejo que justo esa semana había comprado. Entonces la vi, a ella.
Era como yo, pero siendo lo contrario. Tenia una mirada enigmática y su cabello era mas largo y un poco mas obscuro.
-¿Aún te sigo asustando?
Tartamudee al responder.
-¿De que parte de mi imaginación vienes tu?
-Ese es el problema entre tu y yo, yo no vengo de tu imaginación.
-¿Ah no?
De pronto todo desapareció, las paredes, las puertas, el suelo. Ahí estaba yo, con esa otra yo en una dimensión desconocida, totalmente en la obscuridad, solo con el reflejo de la luz en nuestros rostros y con un espejo de intermediario.
-No, no lo soy y te lo he dejado claro muchas veces pero al parecer no nos estamos entendiendo.
-¿Me lo has dejado claro? ¡Que dices! Si recién te conozco por primera vez.
-Entonces déjame presentarme...Yo soy esa a quien ignoras cuando te digo que las cosas no están bien y aún así las sigues haciendo, yo soy esa quien te levanta y te da el coraje cuando todo lo tienes perdido, yo soy también la que te hace dudar cuando te sientes plena, yo soy la subterránea, la encargada de soportar tus instintos y pensamientos mas bajos, soy yo la que llevas siempre en tu inconsciente ¿y dices no conocerme?
Me habló de una manera tan segura que su voz dulce desapareció, resonando solo su tono ronco y energético.
-Ahora dime ¿quien eres tu?- Preguntó desafiándome.
Sentí como el aire se me iba, como si me hubiesen dado una bofetada. Mi cuerpo solo quería salir huyendo de ahí.
-¿Acaso no puedes responder?
-Sí, si puedo.... - Aunque en el fondo sabía que esa pregunta era un reto.
-Yo soy... yo soy...
Miré al espejo intentado encontrar mi reflejo, pero no podía, a donde me movía, ella estaba.
-Te voy ayudar un poco. Tu eres quien esta en la superficie, la punta de este cuerpo que nos ata a ambas, eres la presentación, el rostro a los demás, eres quien da inicio o decide evitar, eres mi puerta de entrada, eres yo siendo tu, así de simple.
-¿Voy a morir acaso? O que es toda esta revelación.
-Ya era tiempo que supieras concretamente de mi existencia, sé que mi naturaleza es interna, pero al momento de formar una sola, debo salir a flote por instantes, y eso es lo que llevas evitando mucho tiempo. Estoy cansada de intentar y ser ignorada toda las veces. ¿Sabes por que no puedes responder quien eres?
-No, no lo sé.
-Porque para conocerte, primero debes conocerme a mi, pero me evitas, evitas conocer lo profundo que te sostiene, la raíz de tu vida. ¿Por qué?
-Si dices ser esa, claro que se de ti, siento que existes, pero no quiero admitirlo, porque siento que tu fuerza es superior a la mía.
-Sí, soy fuerte en lo que me toca defender, pero tu lo eres por igual, no entiendo tu egoísmo.
-¿Qué es lo que sugieres?
-Cambiaremos los roles.
-¿Qué dices? ¡No! Yo no quiero vivir acá. ¿Que clase de vida es esta? En la obscuridad. Ademas tu no podrías sobrevivir en la superficie. Dejemos los resentimientos y prometo dejarte salir, pero no voy a quedarme aquí.
-No esta en discusión.
De pronto todo se oscureció y el espejo se rompió en mil pedazos. Grité con todas mis fuerzas, pero todo era en vano. Quería salir de ese lugar, pero no sabía la manera.
Ahí estaba de nuevo el sonido del grifo y el agua cayendo. Intenté dirigirme de donde provenía, pero todo a mi al rededor estaba vació y obscuro. Entonces la escuché... a ella y su voz dulce resonar en el exterior y fue ahí que lo entendí.
-Buenas noches- susurró.
Autora: Iliana Cobian
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