He visto tantos atardeceres frente al mar, que he perdido la cuenta.
De niña siempre anhele ser una sirena, pero este simple deseo era gracias a la felicidad que encontraba cada que mis padres me llevaban al mar. Relacionaba la felicidad con ver a mi familia unida, feliz, salir de la rutina, tirarme en la arena, entrar al mar, ver la inmensidad de sus aguas, todo eso me hacia morir por ser parte del universo acuático que tenia ante mis ojos.
Confieso que el mar es mi caja de secretos, en él he guardado el mas profundo de mis dolores, que se ve reflejado en cada atardecer mezclado con el débil y opaco sol. He guardado las mayores de mis alegrías, siendo ellas las mas cristalinas y azules aguas, calmadas y llenas de encanto. Pero también he guardado el odio que intentó envenenarme, está demás decirlo, cada que él azota con furia, es para descargar lo que un día le di a guardar.
Hoy no tengo mas secretos que dar.
Hoy por él, soy ligera y mas libre que nunca.
No importa qué parte del mundo vaya o esté, mis futuros secretos ya vienen con sabor a sal.
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