domingo, 22 de mayo de 2016
Para el hombre que huyó de mi vida.
Un día antes del caos, habías charlado conmigo como siempre, habías dicho un 'te amo' de buenas noches, y yo, había caído dormida tranquilamente, imaginándome ser la mujer de tu vida.
No había noche que no repasara mi vida a tu lado, cada minuto lo relacionaba contigo, eras el hombre definitivo para mi.
Suerte la mía aquella mañana donde recibí tu mensaje, por que si, ni la cara pudiste darme.
En aquel mensaje decías que no podías mas con la relación. Que yo era una gran mujer, pero no era la tuya; que me deseabas lo mejor, ¿pero que carajos?, lo mejor eras tú.
Me llene de rabia y tratando de no tirar el celular al piso, junto a todas mis ilusiones, te respondí con el odio que jamas había sentido antes, te dije que no quería saber mas de ti, que eras un cobarde, poco hombre, que había dado todo de mi como nunca antes. Te dije que eras un hombre que no sabia valorar el amor puro que te entregaba, con el cólera apoderándose de mi, en pocas palabras te dije que te fueras a la mierda.
Lo sabes, ese día maldije tu nombre y a tu futura descendencia, te envié al infierno y deseaba que no regresaras mas.
Pero a las horas...en mi interior seguía amándote y me sentía estúpida, ¿cómo voy a amar a quien me desprecia? ¡Soy una idiota! me decía cada que recordaba las veces que te escuchaba decir 'te amo'. ¿Desde cuando lo dejaste de sentir y mentías?... Jamás lo supe.
Me nuble días, semanas y meses. Me puse gris, me sentí lastimada. Descuide mi aspecto físico, mi pelo era un desastre, como en ese momento sentía que lo era mi vida. Pasaba noches sin dormir, mis ojeras llevaban tu desgraciado nombre, los recuerdos perforaban mi cerebro, sumándole aún la negación de que lo nuestro había terminado.
Viví un infierno cuando te fuiste. Pero ese mismo infierno me cocino un nuevo cuerpo, me desinfecto de los errores que cometí contigo, forjo a una mujer mas sabia y sobre todo me hizo entender lo equivocada que vivía por querer aferrarme a quien no quería ser mas mi compañero.
Hoy te agradezco, en donde quiera que estés, el que me hayas dejado aquel día, si no lo hubieras hecho,no hubiera conocido lo fuerte que soy, ni hubiera alimentado mis talentos y ser lo que hoy me enorgullece.
Gracias por ser un cabrón de mierda y salir huyendo de mi vida.
Iliana Cobian
https://www.youtube.com/watch?v=XmSdTa9kaiQ
domingo, 15 de mayo de 2016
Enamorada del hombre prohibido.
Estar enamorada de un hombre que no es libre, que tiene una vida con otra mujer y a la vez conmigo, pero en silencio, es la tortura que me doblega todos los malditos días. Desde aquel momento que empecé lo que supuse sería algo pasajero, hasta hoy, no puedo quitarme el deseo de tener miles de encuentros a solas con él, imaginar que soy la única en su vida y que por mi estaría dispuesto a dejar el mundo, aunque sé que eso, es solo mi mas grande ilusión.
viernes, 6 de mayo de 2016
El misterio de Aliah (Parte I)
Todos guardamos un secreto, el mio lo guardo por ser incomprendido. Hoy floto en la nada del Universo, y esta es mi historia.
A la edad de diez años, experimente cosas extraordinarias que podía hacer con mi mente y mi cuerpo. Pero tuve que callarlo por temor.
Mi vida extraordinaria comenzó una tarde de noviembre, me dirigí a la cafetería que estaba cerca a la avenida. El invierno comenzaba hacer de las suyas y el frió venia de su mano. Mientras caminaba me sentía extraña, algo en mi me era incomodo -debe ser el hambre- pensé.
El rojo atardecer bañaba la ciudad, era el punto del día donde no me gustaba estar, los atardeceres eran sinónimo de nostalgia desde siempre. Apresure el paso para entrar a la cafetería, donde a pocos metros se desprendía el aroma a café. Con la emoción que caracteriza a cualquier niña de trece años, entré saboreando mi delicioso capuccino acompañado de una rebanada de pastel. Escogí la mesa, tenia mi favorita junto a la ventana de vidrio con vista a la calle,
Mi café estaba hirviendo, sople suavemente y miraba como el liquido lechoso se movía a la par. De pronto el llanto de una mujer hizo que dejara de lado lo que hacia y mirará a través de la ventana. Ella lloraba desconsoladamente y un hombre anciano la sujetaba abrazándola con mucha fuerza, ver aquella escena me hizo sentir un nudo en mi garganta, inesperadamente la mujer fijó su mirada llena de lagrimas en mi.
Fue entonces que perdí la memoria. Todo se volvió negro.
"Niña, ya vamos a cerrar" fueron las palabras que me despertaron de aquel trance. Me levanté de prisa y salí del lugar. Mi vista estaba un poco nublada, no podía recordar exactamente lo que había sucedido. Miré la hora y era tarde, ¡mi madre iba a matarme! Entonces me apresuré. Cruzaba la avenida cuando de pronto un carruaje paso frente a mi. '¿Que es esto?' Lo único que se me ocurría en ese momento era que fuese un desfile, de esos que suelen tener cosas extravagantes, seguí caminando y mire pasar otro carruaje, otro y otro, ¡Dios, los autos se habían convertido en caballos!
"Buenas noches señorita" dijo amablemente una mujer que pasó a mi lado. Vestía un atuendo demasiado antiguo. Cada vez era mas raro el camino a casa, parecería que todos iban a una fiesta de disfraces, no entendía mucho. Por fin cuando llegue toqué la puerta fuertemente para que mi madre me escuchara, cuando de pronto sale una anciana.
-Dime pequeña, ¿en que te puedo ayudar?
No sabia que responder, jamas había visto a esa señora en casa, no parecía ser amiga de mamá,
-¿Quién es usted? ¿Dónde esta mi mamá?- Fueron las preguntas que salieron de mi al ver aquella anciana.
-Me parece que te has confundido de casa.
Esa tarde marcó mi vida. La anciana cerró sin mas remordimiento la puerta. Volví a salir a la calle y parecía que el mundo se había vuelto diferente, desconocía a las personas quienes pensaban que eran mis vecinos, las casas del barrio tenían otro aspecto, me sentía perdida... Si, estaba perdida en ese mundo nuevo.
Caminé por varias horas llorando, estaba asustada, no entendía, aquella realidad me era desconocida. La noche caía y el miedo se apoderaba de mi. Entonces fue ahí que mire por primera vez a Dante. Estaba sentado en su balcón y en sus manos tenia un par de piedras que lanzaba a media calle. Recuerdo acercarme lentamente a su lado. Yo había llorado mucho, me sentía cansada, así que solamente me puse a contemplar como ese chico que vestía un pantalón gris y usaba tirantes, lanzaba aquellas rocas sin sentido.
Me ofreció una piedra y con un movimiento de cabeza me indicó que era mi turno. Lo hice.
-Me llamo Dante.
-Hola, Aliah...
-¿Qué haces sola y fuera de casa tan de noche? ¿No tienes padres?
-Solo a mi madre,... pero no se donde esta.
Dante quien no se había dignado a mirarme, por fin lo hacia.
-Has llorado. ¿Por qué?
-Creo que estoy perdida.
Continuamos en silencio lanzando las piedras por varios minutos.
Recuerdo que ese día vestía un traje que mi tía me había obsequiado.
Dante volvió a darme un puñado de piedras y al momento de recibirlas pude ver una mancha en mi antebrazo. Era un pequeño reloj de arena.
-Te has dibujado un reloj Aliah, es lindo.
-No, yo no lo hice.
Observe el dibujo por varios segundos, no sabia como se había plasmado en mi brazo.
-¿Me dejas entrar a tu baño a lavarme las manos?
-Si, te acompaño.
Recuerdo entrar por primera vez a la casa de Dante, era una casa linda, con sus paredes azul cielo, y una cantidad de jarros de cerámica, se sentía el calor de un hogar. Entré al baño y trate de borrarme el reloj sin ningún éxito. Mientras yo intentaba sacarme ese grabado, Dante le contaba a su madre que yo estaba ahí y que estaba perdida. Lucia, la madre de Dante, me recibió amorosamente.
-Hola Aliah, mi nombre es Lucia y soy la mamá de Dante. Imagino que has de estar hambrienta ¿por qué no te quedas a cenar con nosotros?
Asentí con la cabeza, la verdad es que moría de hambre y la cena ya olía deliciosa.
Cenamos chocolate caliente con pan recién horneado y pavo recalentado. Por un instante mi mente recordó la escena donde yo estaba en la cafetería. Imágenes rápidas y borrosas pasaron de prisa ante mi mirada.
-¿Aliah, estas bien?- Preguntó Lucia.
-Si, solo extraño estar en casa.
-No te preocupes, quédate a dormir y mañana mismo juntos buscaremos a tu madre.
-Sí, será genial tener una invitada en casa después de tanto tiempo- Dijo Dante emocionado.
Al día siguiente volví a la que creía que era mi casa, la anciana abrió la puerta. Esta vez no estaba sola, Dante y Lucia me acompañaban. Pero todo fue inútil, nadie mas que la pobre vieja, había vivido ahí. No había ninguna explicación. ¿Que hacer en esos casos? ¿Existiría alguien en el mundo que le hayan arrebatado su vida como a mi? No lograba concebir la gravedad de las cosas, así que simplemente nos fuimos de ese lugar en el que un día llame hogar.
Después de aquella visita, Lucia habló conmigo, era una mujer realmente buena, ella no tenia corazón para dejar a una niña desamparada en la calle, me dijo que podría ofrecerme un techo, pero al igual que Dante tenia que trabajar para mantener el hogar, yo no tenia a donde mas ir, así que acepte, Ella y Dante eran unas buenas personas, no podría estar en un lugar mejor.
Con el corazón partido no tuve mas opción que aceptar mi destino... sin mi familia.
Pasaron ocho años. Mi vida después de aquel desmayo en la cafetería había dado un giro radical, de la noche a la mañana todo era completamente diferente, otro mundo, otro tiempo, otras personas.
Crecí a lado de Dante, que se convirtió en mi mejor amigo y Lucia en mi segunda madre. Había noches en que mis sueños eran invadidos por dos recurrentes pesadillas; la primera, veía a mi madre alejarse poco a poco; la segunda, había un gran agujero negro girando y succionando todo, temía caer en el. Cada que soñaba esas pesadillas, gritaba fuerte, entonces Dante me despertaba y trataba de calmarme.
Una tarde, llegaba del trabajo y Dante se encontraba sentado en el balcón de la casa.
-Hola.
-¿Cómo te fue en el restaurante?
-Ya sabes, lo mismo de siempre, todos los días hay clientes nefastos y otros un poco menos. ¿A ti?
-Bien, estos días hay mucho trabajo en el taller, muchos autos descompuestos.
Por varios segundos guardamos silencio.
-Dante, hoy hace ocho años fue que te mire por primera vez. ¿No te parece extraño que estemos en el mismo lugar pero ahora en diferente tiempo?
-Sabes Aliah, todo me ha parecido extraño desde que llegaste.
-¿Porque lo dices?- Le respondí extrañada.
-Mírate, no eres como las demás chicas.
-Tonterías... solo soy una huérfana que ha tenido la suerte de ser rescatada.
-No seas tan dura contigo.
-Dante, he perdido recuerdos de aquel día, fue muy traumante para mi. Mi mente solo guarda imágenes de mi manera desesperada al caminar sin rumbo, con frió y con la angustia de no encontrar a mi madre. Tu y Lucia han sido muy buenos conmigo, no sabría como pagarles.
-A mi podrías pagarme, lavando mi ropa todo los días- Dijo sarcásticamente.
Los dos nos echamos a reír.
Dante se había convertido en un joven atractivo de estatura alta, y aunque su complexión siempre había sido delgada, con el trabajo del taller su figura fue tomando una forma varonil y atractiva que llamaba la atención de las chicas. Sin embargo él seguía siendo el mismo chico tímido, con su peculiar personalidad y su humor negro que lo caracterizaba. Y aunque en veces le terminaba molestando mi forma tan desubicada de ser, sabía que me tenia un gran cariño.
Era domingo por la mañana, estaba echada sobre la cama y a lado mio estaba Dante, leía un libro sobre el Cosmos.
-¿Crees que seamos los únicos en el universo?- preguntó mientra pasaba de página.
-No, existen animales y plantas también... ¡ah, y millones de personas más por todo el mundo!
-No seas tonta, me refiero a la vida inteligente, ¿crees que solo existan los humanos?
-Mmmm, quizá existan los extraterrestres y tu puedas ser uno de ellos y no me he dado cuenta.
Dante tomó su almohada y la tiró sobre mi cara.
-Nada se puede hablar contigo mujer.
-Nidi si pidi hiblir...
De pronto, en un abrir y cerrar de ojos estaba sobre mi, tenia una mirada que jamás había visto en él, sentirlo encima mio me hizo perder el aliento.
-Siempre he pensado que por alguna razón llegaste a la puerta de mi casa.
-No lo sé...- respondí mientras interrumpía mi habla con un beso.
-¡Dante!-
Me levanté de la cama y lo miré asombrada
-Lo siento Aliah, no sé como sucedió.
Desconcertada salí de casa a caminar un rato. Después de lo que había ocurrido no tenia cara para mirar a Dante.
Mientras caminaba y miraba el atardecer caer tras las montañas, pensaba en el beso, nunca me había sentido de esa manera, de pronto todo mi cuerpo parecía flotar, esa sensación en el estomago de querer vomitar por contener toda esa emoción y en mi mente no cabía otra cosa mas que los labios de Dante y la manera tan suave que me había besado.
-Me gusta- me dije mientras me detenía.
Siempre lo había mirado con ojos de hermana menor, pero ahora las cosas habían cambiado totalmente entre nosotros, desde hace semanas sentía más la necesidad de su presencia, pensé que era común por tener ese lazo de hermanos, pues siempre nos contábamos nuestros secretos, pero ¿realmente estaba enamorada de él?
Esa misma noche, me sentía muy cansada, me di un baño con agua fría y Lucia nos llamó a cenar. Siempre lo hacíamos juntos, sentía pena negarme ir, pero si no lo hacia, pensaría que algo malo pasaría conmigo, así que con toda la timidez me senté en la mesa. Dante estaba con la misma pose de siempre, me miró y sonrió. Sentí como el color me cambiaba, ¡maldición! parezco una adolescente sonrojada.
-¿Que tal tu caminata por la tarde, Aliah?- Preguntó Dante mientras daba un sorbo a su sopa.
-Genial, es muy lindo ver el atardecer de este lado de la ciudad.
Dante volvió a mirarme y esta vez logró bajar mi mirada.
-Soy yo o pasa algo aquí, los dos actúan raro. - Bromeo Lucia mientras pasaba el pan a la mesa.
-No, todo bien- Respondí.
Terminando la cena, salí al balcón a tomar un poco de aire fresco, después de todo, estaba poseída por esas sensaciones fluorescentes y acalorante por todo mi cuerpo.
-¿Necesitas compañía?
Escuché su voz varonil y a la vez tierna.
-Dante... pensé que ya estabas recostado.
-No, necesito aclarar las cosas contigo, sobre lo que pasó por la tarde... mira, no quiero que nuestra relación se vea afectada por lo sucedido...
Interrumpiéndolo le confesé lo que sentía.
-También me gustas y mucho, es algo que quizá venía ignorando para no estropear nuestro trato, siempre pensé que el cariño que te tenía era como de hermanos, pero no es así, siempre has estado conmigo desde aquel día que llegue a la vida de ustedes, me has cuidado, aconsejado, has llorado conmigo, reído, todo... jamás había sentido esto por alguien.
-Lo sé Aliah, eres especial para mi, y aunque sabes muy bien que he salido con varias chicas, la conexión que siento contigo es totalmente diferente. Ambos dejamos de ser unos niños, hemos crecido juntos y es inevitable no verte como mujer.
Después de un minuto de total silencio, ambos nos fundimos en un tierno abrazo... terminando la conversación con un beso suave.
Cansada de un día lleno de sorpresas, me fui feliz a la cama. Estando acostada, sentí un ligero cosquilleo en mi antebrazo, era justo en la parte donde aquel reloj estaba. Jamás había desaparecido de ahí, era algo que formaba parte de mi. Lo miré por largo tiempo, cuando de pronto todo su contorno brillaba de un color azul. Pensé que la cena me había caído pesada y estaba imaginando cosas, así que cerré mis ojos y me eche a dormir.
Sábado muy de mañana, salí al balcón, hacia frió y el campo que estaba justo enfrente de la casa me llamaba para recorrerlo. El sol iba levantándose también con su luz tenue y sus partículas brillantes que se colaban por el camino y mis ojos. Llegue hasta la mitad del campo donde había un árbol y me senté a los pies de sus raíces. Me sentía un poco mareada, cerré los ojos y escuche la voz de Dante decir no te vayas.
'¿Dante?' pregunté y enseguida abrí los ojos.
No podía creer lo que estaba sucediendo en ese momento delante de mi. Había un gran hoyo negro ¡Parecía un vórtice! era aquel agujero que siempre veía en mis pesadillas. Avanzaba hacia a mi tan rápido. Como pude me levanté del piso e intenté correr. De pronto sentí un gran frió recorrer mi cuerpo hasta dejarlo inmóvil. ¡Estaba dentro del vórtice!
Esa fue la primera vez que me di cuenta que viajaba a través del tiempo.
Entonces entendí que aquel reloj en mi brazo significaba algo, que las pesadillas de siempre tenían un significado.
Desperté y de nuevo el mundo era distinto, los autos, las vestimentas de las personas, las casas, los edificios... una vez mas había perdido todo...había perdido el amor de Dante.
Desubicada caminé de frente sumergida en mi desgracia, las mismas sensaciones que tuve de niña volvieron, pero esta vez sin Dante esperándome, estaba sola, en un mundo completamente moderno.
-¡Mira por donde caminas!- gritó un tipo cuando pasó frente a mi con su auto metálico y brillante.
Comenzaba a obscurecer así que tuve que ser fuerte sin dejarme llevar por los sentimientos, empecé a explorar aquel nuevo lugar.
Anuncios luminosos por doquier, pantallas gigantes, casas enormes, personas yendo y viniendo, era un mundo salvaje de humanos.
Llegué a un callejón y me senté en al final de este. Miraba fijamente el reloj de mi brazo, aquel azul brillante había desaparecido, ahora solo parecía un simple tatuaje muerto.
Una monja se acercó y me ofreció su ayuda, seguro pensó que era una loca por las fachas que me cargaba, pero aun así me llevó al convento, ahí me dio de comer y de vestir.
-Puedes quedarte acá el tiempo que desees.
Recordé a Lucia, eran las mismas palabras que una vez me dijo. Extrañaba tanto a Dante, me sentía tan sola y abandonada. ¿Por qué me pasa esto? preguntaba mientras lloraba desconsoladamente.
Después de tomar una siesta me desperté con los sentidos mas ordenados.
Analicé cada momento pasado, y más aquellos cercanos antes de mis 'viajes misteriosos'.
Entonces supuse una teoría: Cada que el reloj de mi antebrazo se ilumina, días después llegaba ese vórtice negro y me succionaba hacia otra época. Esto me pone en un trance, como si estuviera desmayada y no fuera consciente de nada.
Admití esa parte mía, tan rara y excepcional, comencé una vida nueva, conseguí un buen trabajo, pude alquilarme un departamento y aunque siempre tuve esa necesidad de tener un perro para que fuese mi compañero, sabía que algún día volvería a tener otro viaje misterioso y que seria doloroso para mi, por eso mismo, a todo aquel hombre que intentaba coquetear o invitarme a salir, le ignoraba, pues no quería volver a sentir nada especial por alguien para después no tener nada.
El único hombre al cual extrañaba era Dante, todas las noches estaba en mis pensamientos... ¿que habrá sido de él?
La mañana siguiente tenía que prepararme para un reunión importante, así que mientras tomaba un café en el mismo lugar de siempre, me puse a estudiar mis notas. Concentrada en mis asuntos, escuché aquella voz que un día me hizo estremecer y sonrojar, tan varonil y tierna a la vez... ¡Dante!
Gire a mirar de donde provenía el sonido, pero solo vi un anciano con su nieto.
Imposible. Pensé, era improbable que Dante viviera en aquella misma ciudad, ademas él quizá no exista más. Atormentada por el recuerdo de aquel amor, tomé mis cosas y sin mirar que mi café estaba en la orilla de la mesa, lo tiré por descuido, llamando la atención de todos en el lugar.
El mesero se acercó a ofrecerme su ayuda, le agradecí y salí de prisa.
No regresé a aquella cafetería hasta una semana después. Mas tranquila de lo sucedido, me puse a mirar a través de la ventana, como lo hacia de pequeña.
-Hola... ¿le molestaría que me sentará con usted?
No podía creerlo, era aquel anciano que había visto la semana pasada.
-Claro, no hay ningún problema.
-Yo se que podría sonar algo extraño lo que le preguntaré, pero desde la semana pasada que la vi salir, no he podido quitarme esta duda, espero usted pueda hacerlo.
-Dígame.
-No me hables de usted, mi nombre es Dante.
Aquel nombre retumbó dentro de mi junto a mi corazón, ¿seria casualidad? ¿este hombre podria ser Dante? ¿me estoy volviendo loca?
-Mucho gusto Dante.
-¿Eres de aquí? ¿Cual es tu nombre? ¿Que edad tienes? Disculpa que me escuche tan desesperado, pero tu rostro es tan parecido al de una amiga que hace años no se mas de ella. Pero seria imposible que fueses tu por la edad, o al menos pudiera pensar que fueras un familiar de ella.
Cada vez que ese hombre abría la boca, confirmaba más mi sospecha de que fuera Dante, aquel chico frustrado por un amor que desapareció de la nada, habrá pensado que me fui al confesarme su amor... que tonterías estoy pensando. Para asegurarme, decidí darle otro nombre.
-No te preocupes, entiendo... si soy de aquí, mi nombre es Maria y tengo 30 años.
-¿Y tus padres? ¿Tu familia?
-No tengo, soy huérfana, me crié en un convento.
-Ella también era huérfana, perdona que te compare de esta manera, pero verte es casi como verle a ella. Tan linda y tierna, tan perfecta... tan sensible, y yo, yo que de tonto declare mi amor tan abiertamente, le habré espantado y por eso huyó de casa, para que nadie hablara mal o a ambos nos vieran mal por el 'que dirán'.
-¡No!
-¿No?... ¿No qué?
-No... tengo mucho tiempo ahora, tengo que ir a trabajar. Me dio mucho gusto saludarle, espero que algún día sepa de su amiga. Hasta luego.
Me levanté de la mesa y me fui rápidamente. Lo había confirmado, era Dante... era él, tan viejo ya, pero aún conservaba su mirada que me hacia temblar. Todo el día lo pensé, si el supiera la verdad quizá jamas lo entendería, no asimilaría que yo simplemente viajo a través del tiempo, debo volver a evitarlo, no soportaría de nuevo perder lo. Es mejor.
Cansada después del día laboral, llegue a mi departamento, al sacar las llaves de mi bolso quise abrir la puerta pero está ya estaba abierta. Intrigada por ver quien había interrumpido mi casa, entré. En una mano tenía un gas pimienta mientras con la otra llamaba a la policía.
-No es necesario que llames a la policía- La voz salió de entre la obscuridad.
Encendí la luz y lo vi, estaba sentado con su pie cruzado, vestía un traje y tenía toda la calma del mundo.
-Sé que esta mañana fui desesperante, lo siento, no quería causarte temor o confundirte... Aliah, sé que eres tu.
Pálida al escuchar que pronunciaba mi nombre, no supe que decir.
-Te he investigado, desde antes te había mirado en aquella cafeteríaa, y tu rostro es exactamente igual a cuando eramos jóvenes, bueno, yo... tu no has cambiado nada. Te preguntaras como lo descubrí, bueno... la vida me ha tratado bien, después de tu desaparición, la tristeza llego a mi y me vi refugiado al trabajo, monté mi propio taller y fui ganando fama. Ahora soy uno de los más ricos de esta ciudad, eso me da acceso a muchas partes... investigué donde vives, donde te criaste en ese convento, que es mentira, no tienes más de tres años que esas monjas te recibieron. ¿Y sabes cual fue el factor principal para saber que eras tu? Tu reloj... ese reloj de arena que llevas en tu antebrazo es único, como tu y siempre te lo dije.
Impactada por lo que estaba sucediendo solo me nació correr hasta donde estaba él y abrazarlo.
-Sí Dante, soy yo... Aliah.
Abrazados como aquella ultima noche, sentí paz en mi interior, Dante era todo para mi, siempre lo fue... y hoy lo había recuperado de nuevo por azares del destino, nuestro destino.
-No me importa que tan viejo luzcas ahora, para mis ojos siempre seras aquel hombre del cual me enamoré, no quiero volver a perderte Dante.
Toda esa noche ambos contamos nuestras vidas, reímos, lloramos, nos besamos... le conté también esa característica mía de viajar en el tiempo, de como fue que me di cuenta y ambos pensamos en como poder evitarlo. Quizá quitándome el tatuaje del reloj todo acabaría o sucedería lo contrario, no lo sabíamos.
Pero ambos lo decidimos, me arrancaría el tatuaje, no quería volver a viajar mas en el tiempo.
Por la mañana siguiente ambos fuimos a la clínica donde un amigo doctor de Dante me removió el reloj. Por fin, no estaba más y nada malo sucedió mientras lo retiraban de mi piel.
Felices por haberlo logrado, invité a Dante a tomarnos un café en el lugar donde nos conocimos. Caminando por las calles de la ciudad como si fuéramos unos adolescentes, llegamos hasta la esquina de la cafetería, ahí... mientras por fin me sentía libre y feliz, sentí un ardor en mi brazo.
-¿Que te pasa Aliah? ¿Te sientes mal?
-No sé Dante, me arde la herida.
-¿Crees que debamos volver a la clínica?
-No...
Entonces en un segundo sentí el ardor mas fuerte, como si una barra caliente estuviera implantándose en mi piel. Grité de dolor. Dante se apresuró a retirarme el vendado. Y sí, de nuevo estaba ahí aquel reloj... pero ahora era más grande y el color azul brillante era mas intenso.
-¡No otra vez!
Comencé a llorar y al final de la calle miré el vórtice.
-¡Dante! ¡El vórtice ha vuelto!
Desconsolada me sujete abrazándome fuerte a Dante, no quería perderle de nuevo ni perderme a mi misma, no podía ser posible que de nuevo ocurriera... con el mar en los ojos me di cuenta que estábamos fuera de la cafetería, pero esta no era la de siempre, era igual a la cafetería que visitaba de niña. Miré por la ventana y me lleve la sorpresa de mi vida... me vi sentada dentro con mi café, esa pequeña consternada era yo mirándome a través del tiempo como al inicio.
Abrazada e inundada en llanto y con el temor de lo que sucediera me abracé al hombre que amo.
Iliana Cobian.
martes, 3 de mayo de 2016
Los secretos, el mar y yo.
He visto tantos atardeceres frente al mar, que he perdido la cuenta.
De niña siempre anhele ser una sirena, pero este simple deseo era gracias a la felicidad que encontraba cada que mis padres me llevaban al mar. Relacionaba la felicidad con ver a mi familia unida, feliz, salir de la rutina, tirarme en la arena, entrar al mar, ver la inmensidad de sus aguas, todo eso me hacia morir por ser parte del universo acuático que tenia ante mis ojos.
Confieso que el mar es mi caja de secretos, en él he guardado el mas profundo de mis dolores, que se ve reflejado en cada atardecer mezclado con el débil y opaco sol. He guardado las mayores de mis alegrías, siendo ellas las mas cristalinas y azules aguas, calmadas y llenas de encanto. Pero también he guardado el odio que intentó envenenarme, está demás decirlo, cada que él azota con furia, es para descargar lo que un día le di a guardar.
Hoy no tengo mas secretos que dar.
Hoy por él, soy ligera y mas libre que nunca.
No importa qué parte del mundo vaya o esté, mis futuros secretos ya vienen con sabor a sal.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)