Mi misión: un pequeño de dos meses, postrado en una cama de hospital sin más probabilidades de vida.
Llegue esparciendo mi presencia. Primero toque la mente de los doctores,a quienes deje sin pensamiento alguno. Con mi mirada profunda y desalmada los guié hasta ese opaco cuarto de mi victima.
'No hay mas que hacer...' fueron las palabras del pediatra que iniciaron tan peculiar caso.
Alzada en mi andar, recorrí cada rincón de la habitación y con el ligero roce de mis dedos ate las manos de las enfermeras, entorpeciendo sus actos.
Cada minuto que pasaba, iba logrando mi objetivo.
Me apoderé del sitio, fui directo a la tierna alma.
Subí a la camilla postrándome a lado de esa criatura agonizante.
Con la mirada fija en sus ojos, comencé aspirar su aliento. Su tierna existencia alimentaba mi vació.
Cerré los ojos para disfrutar ese momento placentero; donde la muerte y la vida hacen contacto.
Una presencia de golpe interrumpió mi plácida traslación.
Enfurecida, volví toda mi atención a quien había frenado mi cometido. Era el padre de la criatura.
Sin perder mas tiempo, cegué su mirada..
Resignación, le daba a ese hombre: 'Estará en un lugar mejor'. Fueron las palabras que plante en su mente.
No quería más interrupciones. Volví al sitio. Me postré encima de la criatura, esta vez succione con fuerza. Era su fin.
'¡Nooooo!'
Fue la palabra que me tiró con coraje.
De nuevo ese hombre; el padre. Parecía inmune ante mis sedantes de vida.
Envuelta en cólera me levante. Sin piedad iba a dar por terminado el asunto.
Colocándome en la cabecera de la camilla, situé mis manos sobre el pecho del bebé...¡Pero que diablos pasa!
Esa criatura en un instante era mas fuerte que yo. El padre tenia sujetada su mano.
Me fui contra él, iba a inducirlo a una crisis. Lo tomé por el cuello y fijé mi mirada en él.
Noté algo diferente, el sentido de su mirar ya no continuaba perdida, ahora reflejaba coraje, esfuerzo y valentía.
Me sentí intimidada. Lo solté.
Sin percatarme la habitación había perdido el tono fúnebre que la vestía.
El bebé ahora estaba cubierto por una ligera capa blanca y transparente.
No podía acercarme a él.
Olvidé lo que toda muerte debe llevarse primero; la esperanza.
Iliana Cobian.
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