Un día mientras iba camino al lago, miró a lo lejos a un joven que paseaba a caballo, nunca lo había visto por esos rumbos. Ella pensaba que se trataba de algún mensajero, así que se ocultó entre la maleza cautelosamente para que no la pudiera mirar.
Duró varios minutos atrás de las ramas que la cubrían, hasta que el joven pasó frente a ella y se detuvo de golpe.
-Dígame que hace usted metida ahí
Lici con el rostro totalmente ruborizado le respondió -Sólo estoy esperando-
El joven intrigado por verla entre tanta rama bajó de su caballo y se presentó
-Hola mi nombre es Eduardo ¿me deja ayudarla a salir de ahí?
Lici totalmente apenada asintió con un sí y el joven Eduardo extendió su mano para ayudarla
-No entiendo cómo fue posible que entrará… todo está lleno de espinas
A lo que Lici respondió
-Sé moverme en este ambiente… ¿Usted es nuevo por estos rumbos, cierto?
Eduardo sonrió al verle el rostro–Se puede decir que sí. Hoy es mi primer día por este lugar y creo que volveré más seguido-
Lici un tanto intimidada respondió con tono agresivo –Pues si es así debería traer consigo un arma, estos lugares son muy peligrosos, cuando no son animales pueden ser bandidos-
-Jaja ¿Debo tomar el consejo de una jovencita que anda sola y entre ramas por estos rumbos?
-Ya le dije que yo nací aquí, se cuidarme muy bien y conozco mejor que usted, quien parece que no tiene idea a donde se dirige- Lici al terminar la oración fijó su mirada en el caballo
-Es lindo, verdad. Podemos dar un paseo, claro si no cree que haya algún problema.
-No. Yo no voy a ningún lugar con extraños. Y me va a disculpar pero ya es tarde y me tengo que ir.
Lici se alejó de aquel joven. Pasaron días e inexplicablemente ella no podía dejar de pensar en él, eso la ponía de mal humor aunque en el fondo, ella quería verlo de nuevo.
Una tarde estando en casa escuchó el galope de un caballo, sin pensarlo Lici salió a mirar… y ahí estaba de nuevo el joven Eduardo.
-Hola Srita Lici, como puede ver de nuevo estoy acá ¿Cómo le ha ido a usted?
-Bien- Gritó la chica. Pues estaban algo distanciados y había niños corriendo y gritando por doquier fuera de la casa
-¿Hoy si me va dar el honor de dar un paseo conmigo?
-Solo con una condición
-Diga cuál es esa condición
-Que yo lleve las riendas
-Son todas suyas Señorita
Mientras Lici se acercaba, el joven Eduardo bajó del caballo.
-Que agradable verle de frente y no tras árboles, es usted muy linda
-Y usted muy payaso
-¡Mujeres!- dijo Eduardo mientras sonreía.
El joven ayudó a Lici a subir y estando preparados tomaron el camino.
El día fue realmente corto para ambos. Lici llevó a Eduardo a conocer muchos lugares, hablaban de todo un poco, ella a pesar de tratar de poner distancia, no podía negar que al estar con él la hacía sentir muy bien.
-Bien jovencita hemos llegado
-Gracias, en verdad fue muy agradable el paseo
-Sí, todo un placer… Bueno con su permiso tengo que retirarme
-¿Cuándo regresará?- Lici lanzó la pregunta sin pensarlo y cuando reaccionó ya era tarde, así que solo lo miro con ojos de sorpresa
-¿Acaso alguien muere porque este joven regrese una vez más?
-Solo fue una simple pregunta- dijo con voz irritada
-Jaja pero no se moleste Srita Lici… y no sé cuándo vuelva y tampoco quiero prometerle nada, así que cuando lo haga espero volverla encontrar
Eduardo regresaba una vez por mes. La relación entre ellos iba creciendo y tomando mayor confianza. Todo indicaba que ambos estaban enamorados. Pese a que Lici miraba muy poco a Eduardo ella siempre estaba a la espera de él y de su hermoso caballo.
Un día Lici decidió tocar el tema del porque no la visitaba más seguido a lo que Eduardo evitó responderle.
-¿Qué es lo que pasa? Porque es tanto el tiempo que dejas pasar para venir aquí. Siempre evades responderme eso. ¿Eres casado? ¿No te agrada el tiempo que pasamos juntos?
Eduardo un tanto desanimado respondió
-No estoy casado y para nada que la pasó mal contigo… si yo pudiera estuviera todos los días acá
-¿Entonces cuál es el problema?
-Veras, no es tan simple de explicar… Te quiero Lici y de eso puedes estar segura. Dejemos esto así y disfrutemos de los bellos momentos que compartimos.
Lici molesta por no saber la razón se despidió con un ‘’Hasta luego’’. El joven Eduardo miró como ella se alejaba por el camino. Acarició tiernamente su caballo y murmuró -Regresemos a la realidad-
Después de aquel día había pasado ya el mes y Lici esperaba a Eduardo como lo hacía desde tiempo atrás. Pero ese día el Joven no llegó, ni el día siguiente, ni el siguiente del siguiente… Lici desesperada por verle y saber de él quiso buscarlo, pero se dio cuenta que no sabía a donde ir. El nunca dio referencia de donde podría encontrarlo, incluso jamás menciono de donde venía.
-¡Que tonta! Seguro se molestó tanto la última vez que ya jamás regresara…
Ella sintió de golpe, que algo grande le quitaron de su vida. Eduardo era para ella, esa luz que le iluminaba el alma entre tanta penumbra que vivía.
Pasaron meses y aun no tenía noticias del joven que sin saber su origen, ella se había enamorado perdidamente. Hasta que una noche volvió a escuchar el galope de un caballo. Lici salió corriendo a mirar, esperando que fuese él.
Al llegar afuera solo estaba ahí el hermoso caballo de Eduardo, donde colgaba una bolsa pequeña. Lici se apresuró a abrirla y en ella se encontraba una carta la cual decía:
‘’Mi querida Srita Lici. Quizá esta es la peor de las cartas que usted recibirá y me ahoga el dolor saber que es de mi procedencia. Aquí encontrará la respuesta a la pregunta que hizo la última vez que la miré… sé que puede ser algo desconcertante y le pido que trate de entenderme.
Jamás le dije de donde era y por qué no la visitaba seguido. Tenía miedo a que me viera diferente y me rechazara. Nunca había compartido momentos tan mágicos como los que usted me regaló. Es una mujer admirable y debo confesar que la amo.
Y se preguntará por qué si la amo no estoy ahora diciéndoselo de frente y no por medio de esta carta. Pero no es porque no quiera hacerlo… es que, NO PUEDO. Yo soy un viajero… y no de los que van de lugar en lugar, mi viaje es a través del tiempo… si, yo viajo de una época a otra. Ese es mi trabajo… mi mundo es su futuro señorita Lici. Y como le mencione en esto trabajo. Tenemos estrictamente prohibido relacionarnos con cualquiera que no sea de nuestro tiempo, pero fue imposible no relacionarme con usted. Ahora no puedo viajar más, me han quitado el permiso. ¡No podré mirarle ni una vez más! No sabe cómo me mata toda esta situación… espero me perdone y nunca me olvide. Gracias a un amigo fue como esta carta está en sus manos y ahora también mi hermoso caballo… que desde hoy le pertenece. Cuídelo y amelo como si fuera a mí a quien lo hiciera.
Recuerde siempre cuando este triste… que hay un hombre amándola, aún sin existir.
Se despide… su futuro enamorado. “
Lici con lágrimas en todo el rostro trato de tranquilizarse y asimilar lo que había leído en esa carta. Después de un momento miro fijamente al caballo y se percató que tenía una mirada diferente... ella había admirado siempre la belleza de ese animal, pero ahora era aún más hermoso… sus ojos tenían un brillo especial.
Así fue como Lici no se separó más de ese caballo, pues algo en su mirar siempre le recordaba al joven Eduardo.
Iliana Cobian
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